12 de octubre de 2011
Casi cincuenta castreños recorrimos el desfiladero, denominado sabiamente "La Garganta Mágica". La agradable temperatura hizo que también lo fuera la marcha. Para algunos era la primera vez y no podían disimular la admiración, pero lo mismo nos ocurría a quienes ya la habíamos hecho en varias ocasiones más y, es lo que ocurre con esta ruta, que por más que la hagas, siempre te maravilla. Al llegar a Caín, más parecía verano que otoño y el río invitaba a refrescarse. Después la gratificante comida, esto si que es lujo, poder comer en ese incomparable paisaje. Y, tras la foto de rigor, regreso para Poncebos. Al volver, cambian la luz y las vistas, por lo que resulta diferenta a la ruta hecha a la mañana. En Poncebos un refresco para hidratarnos bien y regreso a casa. Una vez más, un día redondo.
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