Sin duda, se trata de la ruta más popular de Los Picos de Europa, la que a uno no le importa repetir porque siempre es impresionante.
Al llegar a Poncebos hacía fresco, ideal para subir el primer repecho de la ruta. El día, sin embargo, se adivinaba radiante, como, de hecho, lo fue. Por suerte, apenas había nadie haciendo la ruta, por lo que la pudimos disfrutar a nuestras anchas.
Una vez en Caín, refresco en el río y a comer. La mayoría lo hicimos de mantel. Bien merece la pena comerse un buen menú por sólo 10 euros.
Y enseguida de regreso, disfrutando de esas impresionantes paredes y de la visión del río, encajonado en el fondo de la garganta, esculpida por él mismo en su marcha imparable buscando el mar. ¡Una ruta inolvidable!
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